domingo

el patio de atrás


es como una púa que se arrastra sobre la ranura, limpiándola toda, quedándose con una pelusa al retirarse.
No tengas miedo, el sonido es igual, un poco retorcido. Lo escuché una y otra vez, no me deja en paz pero me cuesta dejarlo de reproducir. Es como cuando eliminé esas canciones que me hacían recordarte del mp3, pero me olvidé de un par y no las saqué porque no todo estuvo tan mal, para que dejes de sonar.
Seguro quiero olvidar, pero no quiero eliminar lo que me hacía cantar y sonreír en los medios de transporte, al menos no todo. Aunque supongo que fue inconsciente, porque fue más que un poco.

Dejé todos los cachivaches, esas cosas que ya no querés usar, en la parte de atrás, para que no molesten cuando me quiera reír o quiera dejar pasar.
Aún así, no se dejan de filtrar al salón comedor.
Pienso de que si desaparecen me podría hundir en mi misma desde cero, hasta en los gestos. Y poder dejar de mover las piernas de los nervios y olvidarme las palabras por perderme en una voz o en un ojo.


realmente, me encantaría abrazarte y despejarte

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